Esta semana comenzó la cosecha gruesa de yerba mate en las provincias de Misiones y Corrientes. Pero a partir de esta zafra y luego de 22 años ininterrumpidos, el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) dejó de fijar precios de referencia. El DNU 70/2023 establecido en diciembre pasado por el gobierno de Javier Milei, eliminó entre otras cosas, la facultad que tenía el INYM para negociar y establecer los montos en las primeras etapas de la cadena de valor yerbatera: lo que cobra el productor cuando entrega la hoja verde al secadero y lo que pagan los molinos por la yerba canchada.
“En primer lugar habrá una abrupta concentración de la actividad en manos de los cuatro monopolios de la industria de Misiones y Corrientes, que sin ningún tipo de restricción van a poder tirar los precios de la materia prima abajo”, pronosticó Salvador Torres, presidente de la Cooperativa Agropecuaria Río Paraná Ltda. De esta forma, los primeros que van a sufrir las consecuencias serán los productores más pequeños.
Además, deja de tener vigencia la regulación que impedía incorporar más de 5 hectáreas por productor en nuevas plantaciones, una resolución que de acuerdo al propio INYM establecía “un ordenamiento equitativo de la actividad yerbatera”. Para Torres esto “va acelerar el proceso de concentración de tierras” sencillamente porque las grandes empresas comprarán miles de hectáreas.
Ante este panorama, desde las pequeñas cooperativas ven efectos devastadores en términos sociales: productores que venderán sus chacras y jóvenes rurales que buscarán otros caminos por no poder desarrollarse en la actividad familiar.
Para Jonas Petterson, productor yerbatero de Comandante Andresito e integrante del directorio del INYM, habrá “una vuelta al pasado. Como en los 90’ cuando la desregulación hacía crecer a las grandes empresas con poder económico y desaparecer a los pequeños productores y cooperativas”. Petterson explica que el productor pequeño no tiene espalda económica para sostenerse y negociar con la industria, por eso resulta indispensable garantizar un precio base de referencia cada seis meses.
Golpe a la producción cooperativa
La yerba mate es uno de los productos más populares y culturalmente más difundidos entre los argentinos. Según información del propio INYM, en el país se consume un promedio de 6,4 kg por habitante por año y está presente en más del 90% de los hogares. Los datos publicados por el Instituto indican que, pese a la devaluación y a la crisis económica, en enero de 2024 se registró el consumo interno más alto de yerba mate de los últimos cuatro años: 21.532.117 kilogramos, una suba del 6,75%.
Desde el 2000 a esta parte, varias cooperativas de pequeños productores tuvieron la posibilidad de inscribir sus propias marcas de yerba mate y salir al mercado en forma directa. Entre las entidades misioneras asociadas a FECOFE, la Río Paraná de Oberá elabora la “Titrayju” y la “Tamanduá”; mientras que la Agropecuaria Forestal de Industrialización y Comercialización Limitada de Aristóbulo del Valle (CAFICLA), llega a las góndolas con la “Orembaé”; también la Agropecuaria y de Consumo Limitada “El Colono” de Campo Ramón, produce y comercializa la conocida “Grapia Milenaria”.
Ahora bien, ante el nuevo escenario Torres opina que, como ya ocurrió en la década del 90’, con la desregulación del mercado habrá abuso de posición dominante por parte de las grandes compañías: “Vamos a tener dificultades para sostenernos en la actividad compitiendo con empresas líderes que pueden bajar los precios para desplazarnos del mercado y así eliminar toda competencia”. Y agregó: “en esta situación es imprevisible saber lo que va a pasar en las góndolas”.
En coincidencia, el presidente de la CAFICLA Luis Ángel Grezak, afirmó: “Creemos que los grandes molineros van a bajar o subir los precios según lo que les conviene a ellos. El INYM justamente garantizaba el precio de referencia”.
Por su parte, Carlos Bietcheler, presidente de la Cooperativa El Colono cree que “ante la difícil situación del país la gente no va a poder elegir un producto de calidad como la Grapia Milenaria”, sino que “optará por marcas alternativas de grandes empresas que tienen menores costos de producción y manejan los precios”. Y agrega también el impactante aumento del servicio de energía eléctrica que encarece aún más la producción.
En síntesis, las pequeñas cooperativas serán quiénes más sufrirán las consecuencias de la desregulación del mercado propuesto por el gobierno nacional: productores fuera del sistema, éxodo de jóvenes y más concentración de la propiedad de la tierra. En palabras de Torres “se anuncia una historia ya conocida: extinción de cooperativas, productores excluidos y consumidores estafados”.