EDITORIAL ✍ Juan Manuel Rossi, presidente de FECOFE.
A 179 años de la creación de la primer cooperativa moderna en Rochdale, a 128 años de la fundación de la Alianza Cooperativa Internacional, a 100 años de la primera celebración del Día Internacional de las Cooperativas y a 29 años del fehaciente reconocimiento por parte de la Organización de las Naciones Unidas; este primer sábado de julio festejamos un nuevo #CoopsDay.
Desde 1995 ACI y ONU –a través del Comité para la Promoción y el Avance de las Cooperativas (COPAC)- han fijado de manera conjunta el lema para la celebración. Este año es: “Cooperativas por el desarrollo sostenible”. Precisamente, durante la Asamblea General celebrada el 18 de abril de 2023, las Naciones Unidas adoptaron la primera resolución sobre la Promoción de la Economía Social y Solidaria (ESS) para el Desarrollo Sostenible.
Vale destacar que el COPAC está integrado por ACI, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (UNDESA), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Centro de Comercio Internacional (ITC), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD).
El movimiento cooperativo organizado globalmente ha llegado a lo más alto posible en la consideración de la comunidad internacional. Fue el primer grupo de empresas a nivel mundial que apoyó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en el marco de la Agenda 2030, siendo legitimado como un aliado para alcanzarlos.
Los 17 ODS son un conjunto de metas globales acordadas por las Naciones Unidas en 2015 con el objetivo de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad y la paz para todos: Fin de la pobreza; Hambre cero; Salud y Bienestar; Educación de calidad; Igualdad de Género; Agua limpia y saneamiento; Energía asequible y no contaminante; Trabajo decente y crecimiento económico; Industria, innovación e infraestructura; Reducción de las desigualdades, Ciudades y comunidades sostenibles; Producción y consumo responsables; Acción por el clima; Vida submarina; Vida de ecosistemas terrestres; Paz, justicia e instituciones sólidas; Alianza para lograr los objetivos.
Las cooperativas dan respuestas a cada uno de esos propósitos, accionando democráticamente en la toma de decisiones y también en la faz económica, produciendo bienes y servicios en todos los rubros de actividad, distribuyendo los beneficios con equidad, creando empleo de calidad, agregando valor a los territorios, reuniendo todo tipo de diversidad, apoyando proyectos comunitarios, participando en modelos de cuidado ambiental, generando institucionalidad y construyendo alianzas estratégicas.
Pero es necesario documentar y demostrar en la práctica cooperativa cotidiana nuestra natural afinidad con el cumplimiento de los ODS. Tenemos la responsabilidad de instituir organizaciones ejemplares, coherentes entre el decir y el hacer. Con implacable congruencia entre la acción y nuestros principios y valores.
Son momentos donde una hegemonía ideológica impacta exitosa en vastos sectores de la población mundial. Abrumados por ideas egocéntricas, insolidarias y deshumanizantes. Desde ahí es imposible lograr los ODS. Ni siquiera es posible el mero despliegue virtuoso de la ayuda mutua. La cooperación en los tiempos del neoliberalismo es un desafío civilizatorio.
El individualismo mezquino e insensible se articula con la desmedida ambición de lucro y el endiosamiento de las finanzas. Se impone el mercado sobre el bien común, el extractivismo sobre la industrialización, la economía sobre la persona humana, la especulación sobre el trabajo, la concentración sobre la ecuanimidad, el consumo sobre la necesidad, la codicia sobre la solidaridad. El desprecio por el planeta -y en consecuencia por las futuras generaciones-, son signos de la barbarie del “sálvese quien pueda” y de un presente sin futuro.
El cooperativismo nació como reacción a ese orden excluyente de principios del siglo XIX. No vamos a comprarlo como nuevas ideas en el siglo XXI. Mucho menos como superadoras. Sería dar marcha atrás en la historia.
Nuestras banderas de cooperación siguen altivas y vigentes. Las comprendemos como una herramienta para construir comunidades sostenibles, las sentimos como esperanza de un mundo mejor.
La tentación y el riesgo de convertirnos en un actor más, desapacible y expectante, siempre existe. Pero mientras nuestras cooperativas estén llenas de gente participando orgánica y conscientemente, mantendremos candente el arquetípico fuego sagrado de la cooperación.